A poco más de una semana de la disolución del Congreso de la República una cosa va quedando bien clara: el presidente Martín Vizcarra se está tomando todo tiempo del mundo para comenzar a lanzar las primeras medidas en materia económica y de reforma política. En ese sentido, en su entrevista concedida al diario El Comercio (la primera desde el “30-S”) el presidente Vizcarra indicó que su gabinete presentará un plan de trabajo, tal como lo haría si existiese aún un Congreso. En tanto, el primer ministro Vicente Zeballos durante la entrevista que le dio a Mónica Delta en el programa Punto Final no pudo mencionar una sola acción concreta y sólo comentó que los lineamientos de gobierno serán los planteados desde un inicio, sean cual fueren a los que se refiere el premier pues sólo él los recuerda.
Dejemos algo claro: el presidente Vizcarra durante meses indicó que lo que le impedía gobernar de manera efectiva era la obstrucción del Congreso. Pues bien, ya no existe Congreso y como tal no hay obstrucción que lo detenga para comenzar a ejecutar las medidas que se hacen esperar por años. El presidente Vizcarra parece más concentrado en mostrarse como un demócrata que como un líder con autoridad y capacidad de ejecución para destrabar al país en lo económico y lo político, lo cual, de no comprender a tiempo, generará el reclamo de la población que precisamente compró su discurso obstruccionista. Tal vez no se entienda que la población está con aquel que hace obras, con el líder muchas veces autoritario, pero líder al final de cuentas, que genera medidas que mueven al país. Lo que se le viene al presidente Vizcarra es una posible explosión de expectativas embalsadas si es que no reacciona rápido. Lo que la población le pide es algo que él tiene: poder temporal para hacer. Ahora que ya aclaró que no permanecerá más tiempo del debido, el presidente debería usar ese poder sin miedo, de manera explícita y responsable, porque esta oportunidad acaba en pocos meses con la instalación del nuevo Congreso. Sin esta convicción de hacer cosas el presidente Vizcarra podría pasar a la historia, pero como aquel que tuvo la oportunidad de cambiar al país, pero no hizo.
De ejercer su autoridad el reto del gobierno actual será decidir por dónde comenzar, pues la agenda es larga y el tiempo es corto. Se necesita reactivación económica y reformas laborales, políticas, judiciales, entre otras. Pero si hay una medida que se hace esperar hace años es la reforma del sistema de gobiernos regionales y municipales, los cuales no han generado desarrollo al país y, por el contrario, se han convertido en centros organizados de mafias, corrupción y delincuencia bajo la complicidad de las empresas de construcción locales. Esto no es exagerado cuando se toma nota de la cantidad de presidentes y alcaldes prófugos, denunciados y encarcelados. Y no hay nada que se haga al respecto. De hecho, se nos viene una elección donde habrá de todo, sobre todo lo que viene de las provincias del país donde precisamente no hay partidos políticos organizados, solo caudillos de turno. Como indicó hace algunos días Augusto Townsend, curador del Comité de Lectura, el problema no será conseguir candidatos para las próximas elecciones, pues los corruptos y delincuentes siempre están buscando oportunidades; el problema será conseguir buenos candidatos que hagan la diferencia luego del desastre legislativo que tuvimos durante estos tres años.
Carlo Mario Dioses – Cofundador de PuntoComRent y Socio de Valoriza Consultores