¿Pixar, Disney y Steve Jobs?

Se puede decir que todo comenzó con una separación matrimonial. En 1986 George Lucas pasaba por una crisis financiera debido a los US$ 50 millones que le costó su divorcio lo cual indirectamente afectaba también a su empresa LucasFilm. Por ese entonces Steve Jobs buscaba su reconversión profesional pues había sido separado de Apple. Es así como Jobs hizo una oferta de US$5 millones por Graphics Group, área informática de LucasFilm que se encargaba en desarrollar tecnología computacional de vanguardia. Además, aportó US$ 5 millones más para que Graphics Group comenzara a operar como una pequeña empresa. Así nació Pixar.

Unos inicios de vanguardia

Los inicios de Pixar no fueron con la producción de películas animadas. El rubro en el que se enfocaban era la venta de software y hardware de cómputo de gama alta, teniendo como producto insignia la computadora de nombre Pixar Image Computer. Sin embargo, el negocio no generaba ingresos suficientes pues solo lograron vender 300 unidades de ese producto, pese a que participaban en películas importantes como Jurassic Park. Fue así como a John Lasseter, encargado en la animación de Pixar, se le ocurrió producir un cortometraje animado llamado Luxo Jr., protagonizado por la emblemática lamparita que hoy en día es el símbolo de Pixar. El resultado fue innovador al punto de causar revuelo en la convención de gráficos por computadora más importante del mundo. Esto ayudaría a consolidar mejor la nueva empresa y mostrar su potencial. Con Jobs al mando Pixar logró cerrar un trato de US$26 millones con Disney a cambio de la producción de tres largometrajes animados. Pixar iba a dar vida a las películas y Disney se encargaría de la producción y distribución. El estreno de Toy Story en 1995 cambió el futuro de Pixar y representó su consolidación como un estudio de animación luego que ganara el Oscar a mejor película animada.

Si no puedes con ellos ¡cómpralos!

Con el transcurso de los años las relaciones entre Pixar y Disney no fueron de las mejores. particularmente por la repartición de los ingresos y por quién se llevaba el crédito del éxito, pues el acuerdo vigente le permitía a Disney contar con los derechos y licencias de los largometrajes de Pixar.

Disney hizo una movida que le costó caro: hacer una película que tratara de alcanzar los estándares de calidad de las producciones de Pixar: Chicken Little. Si bien no fue un fracaso (recaudó US$ 300 millones) aquella no pudo lograr el éxito de las películas taquilleras que realizaba junto a Pixar. Disney entendió que no podía competir contra ella y decidió comprarla.

El 5 de mayo del 2006 Disney concretó la adquisición de Pixar mediante el intercambio de acciones estimada en US$ 7,500 millones. Pero lo trascendental del resultado es que esto le permitió a Jobs convertirse el mayor accionista individual de Disney con un 6.5%, y a Pixar mantener el crédito del éxito de las películas. Esta fue una transacción a lo David contra Goliat, donde David salió vencedor.